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La Transformación Ambiental que México necesita

7 Junio 2019

La Transformación Ambiental que México necesita

Autor: 
Julieta Macías

Desde 1973, por acuerdo de la Asamblea General de la ONU, conmemoramos cada 5 de junio el Día Mundial del Medio Ambiente, como recordatorio de la responsabilidad que, como especie, tenemos respecto del daño que las actividades humanas causan a los ecosistemas y recursos de los que depende nuestra existencia.

Al suscribir el Acuerdo de París, México se comprometió a contribuir para mantener el aumento de la temperatura media mundial muy por debajo de 2 °C con respecto a los niveles preindustriales, preferentemente por debajo de 1,5 °C, para lo cual se requieren profundas modificaciones en todas nuestras actividades.

A pesar de la   evidencia científica disponible y de los diversos compromisos internacionales suscritos por nuestro país, el Gobierno Federal no parece dimensionar las drásticas consecuencias sociales y económicas que las equivocadas decisiones del presente tendrán en generaciones por venir.

Hemos atestiguado con gran preocupación el impulso de un conjunto de medidas, proyectos y políticas cuyo diseño descarta por completo cualquier consideración hacia el daño medioambiental que puedan generar. Por el contrario, se ha propiciado con sus decisiones el deterioro de nuestro entorno.

Empezando con la reducción presupuestaria del 32% al sector medio ambiente en el presupuesto 2019, cuyo objetivo parece ser debilitar a las instituciones encargadas de conservar y proteger al medio ambiente y, por consiguiente, desdibujar el contrapeso que éstas pudieran representar frente a las prioridades del titular del Ejecutivo.

Además, una política energética enfocada en fuentes no renovables y altamente contaminantes, es decir, un modelo ya agotado, económicamente inviable a largo plazo y opuesto a la consecución de los objetivos de reducción de emisiones contaminantes, que además no integra mecanismo alguno para iniciar la transición hacia una política de energías limpias y renovables.

No menos lamentable, el impulso a proyectos de infraestructura de los que no existe evidencia alguna sobre su viabilidad técnica ni financiera, en condiciones de opacidad e incumplimiento con las normas ambientales, como es el caso del Tren Maya, el Aeropuerto Santa Lucía y la Refinería Dos Bocas, que ponen en grave riesgo a la delicada flora, fauna y territorios que inevitablemente resultarán perjudicados, en su mayoría irreparablemente.

Finalmente, la propuesta de Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024 enlista un conjunto de objetivos ambientales loables, pero no plantea estrategias, políticas ni responsables para su consecución, condenándolo a ser inaplicable, letra bonita pero muerta.

Resulta innegable que, en materia ambiental, la transformación que estamos viviendo no es la que México ni el planeta desesperadamente requieren.

Por ello, todos los sectores conscientes del tamaño del reto que tenemos enfrente, debemos redoblar esfuerzos en la protección, defensa y conservación del patrimonio natural de los mexicanos y es urgente que también adoptemos medidas como eliminar plásticos de un solo uso, limitar su uso o, mejor aún, desplastificarnos, contribuir en la limpieza de costas, dejar de utilizar PET, en resumen, transitar hacia una economía circular y actuar para revertir daños.

El mundo entero se mueve en esa dirección y lo que nos toca es también evitar una crisis de seguridad nacional con este deterioro ambiental, que podría provocar –más– conflictos violentos.