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Jornaleros que se acercan a la tercera edad tienen un futuro incierto

17 Noviembre 2017

Jornaleros que se acercan a la tercera edad tienen un futuro incierto

Autor: 
Jacqueline García

Todas las mañanas Eduardo llega a un centro de jornaleros en Los Ángeles para recoger a sus trabajadores. Dependiendo la jornada laboral el hombre de 52 años se lleva entre dos y cuatro ayudantes para realizar proyectos, principalmente de construcción.

“Aquí a veces se ríen de mí porque yo muchas veces me llevo a los señores más mayores”, dijo Eduardo, quien prefirió no dar su su apellido. “Pero yo me los llevo porque ellos tienen menos oportunidades de ser contratados”, aseveró quien ha sido jornalero por muchos años realizando diferentes tipos de trabajo desde jardinería, construcción, cargador, plomero y otras labores físicas.

Uno de sus trabajadores más fieles es Gerardo, de 55 años de edad, quien llegó a Estados Unidos hace 12 años y también ha trabajado principalmente de jornalero.

Gerardo, quien tampoco quiso proveer su apellido, dijo que en Guatemala vive su esposa y sus cuatro hijos. “Pues uno se viene por salir de la pobreza y porque sin mi ayuda, allá mis hijos no pudieran salir adelante”, dijo Gerardo.

Riesgo constante

José, de 55 años, llegó de su natal El Salvador hace 33 años huyendo del conflicto de la guerra. Por la falta de información,  no obtuvo un permiso de trabajo cuando había oportunidad y debido a la falta de documentos legales trabaja como jornalero.

“Yo a las 5:00 de la mañana ya estoy levantado para venirme aquí a buscar trabajo”, dijo José, quien pidió no revelar su apellido. “A veces encuentro, a veces no”.

El indocumentado contó que ser jornalero es difícil y peligroso. “La gente viene y nos agarra con engaños que nos van a pagar y uno por la ignorancia hace el trabajo y ya después se desaparecen”, dijo José, relatando que hace unos días lo contrataron para trabajar y al final no le pagaron.

“Ahí me tenían mezclando cemento por cuatro días y al terminar él que me contrató se fue”, contó.

Eduardo, de origen guatemalteco, llegó a Estados Unidos a los 22 años. En su camino como jornalero contó que le ha tocado hacer trabajos grandes y costosos y al final de la jornada no le pagan. Los amenazan con inmigración o le dan excusas para evadir el pago.

“Y yo les tengo que pagar a mis trabajadores de mi bolsillo”, explicó.

Una vista a la tercera edad

Estudios han revelado que las personas en Estados Unidos dependen principalmente de tres tipos de recursos para su jubilación; ingresos del Seguro Social, pensiones y ahorros privados o bienes.

Este es un plan muy difícil de conciliar cuando se es indocumentado y con trabajos inestables como el de los jornaleros. Un grupo de aproximadamente 20 jornaleros entrevistados por La Opinión dijeron que no tienen un plan de jubilación concreto. Todos saben que llegará la edad en que no puedan realizar ciertas labores y entonces las opciones de ganar unos dólares diariamente se irán reduciendo.

Gerardo de vez en cuando piensa en su futuro y, aunque no esta convencido, tiene un plan a medias. Como el de muchos otros inmigrantes, el plan es regresar a su país natal.

“Mi esposa me dice que ya me vaya para estar con ellos, pero yo le digo que me dé por lo menos hasta el 2018 porque tengo que sacar a los dos más pequeños del estudio”, dijo Gerardo, quien aparte de mantener a sus hijos y esposa, también mantiene a su madre.

A él le preocupa envejecer y que su fuerza de trabajo disminuya. Por esa razón espera ahorrar un poco más de dinero antes de regresar a su país.

Mientras tanto, Eduardo y José dicen que pese a su situación de indocumentados no quieren regresar a sus países natales.

“La situación en mi país es precaria y yo tengo a mis hijos viviendo en Texas”, dijo Eduardo. “Sé que un día va a llegar que en lo físico ya no voy a poder trabajar, pero en lo mental siempre busco y tendré ayuda”, confía.

José dijo que su madre era la única que quedaba en El Salvador, pero falleció hace cinco años y él ni siquiera pudo ir a su entierro por la falta de documentos legales.

“No tengo a nadie allá, mis hijos son nacidos aquí y son lo único que tengo”, explica, ignorando cuál será su futuro al llegar a la tercera edad.

Pese a que un gran número de inmigrantes indocumentados trabajan y pagan impuestos en Estados Unidos, no son elegibles para recibir pensión de jubilación, ni ningún otro beneficio federal. Estos incluyen programas como el Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria (SNAP, anteriormente conocido como Programa de Cupones para Alimentos), Medicaid no de emergencia, Seguridad de Ingreso Suplementario (SSI) y Asistencia Temporal para Familias Necesitadas (TANF) y su precursor, Ayuda a Familias con Hijos Dependientes ( AFDC), explica el Centro Nacional de Ley de Inmigración (NILC).

El Seguro Social requiere 40 trimestres de ganancias cubiertas antes de que una persona sea elegible para recibir algún beneficio. Desafortunadamente, muchos inmigrantes no cumplen con los requisitos de elegibilidad, explica un estudio de la oficina de pólizas de retiro y discapacidad del Seguro Social. Entre ellos están los indocumentados y los portadores de visas.

¿Cuáles son sus opciones?

Centros de jornaleros por todo el país se encargan de ofrecer ayuda a los jornaleros. Les brindan información  sobre sus derechos como trabajadores y un salario justo—sin importar su estatus migratorio—hasta clases de inglés y servicios de salud básicos. En ocasiones la ayuda llega por parte de organizaciones no lucrativas y compañías privadas con asistencia legal y en ocasiones alimentos o fichas para el autobús.

Guadalupe García, organizadora de trabajadores con el Instituto de Educación Popular del Sur de California (IDEPSCA), dijo que al centro de jornaleros —localizado en el área conocida como Fashion District (el Distrito de la Moda, o “los callejones”)  en el centro de Los Ángeles—llegan aproximadamente 25 jornaleros diariamente, pero tienen como miembros a más de 1,000 que ayudan durante el año.

“Aquí les llega más el trabajo para descargar contenedores”, dijo García. “Y les enseñamos, por ejemplo, cuánto deben cobrar dependiendo del trabajo que hagan”.

Varios consulados latinoamericanos ayudan de forma limitada. Por ejemplo, el Consulado de El Salvador ofrece diferentes formas de protección consular incluyendo ayuda en procesos de repatriación para sus connacionales vulnerables como enfermos, heridos o menores de edad.

El Consulado General de México en Los Ángeles cuenta con un programa de casos vulnerables donde se le puede brindar ayuda a sus connacionales sin importar su estatus migratorio.

Silvia Villegas, encargada de casos especiales en el Consulado de México, dijo que se encarga primordialmente de ayudar a personas a obtener sus documentos de identificación como pasaporte, matrícula y/o credencial de elector para que eventualmente puedan realizar otros trámites ya sea dentro del país o si deciden retornar.

“Muchas personas han perdido el contacto con sus familiares y es muy difícil comprobar su identidad”, explicó Villegas. “Me han tocado personas que tienen 40 años o más viviendo aquí y no tienen ni una matricula consular ni nada”.

Villegas dijo que hacen todo lo posible para contactar al registro civil del estado en cuestión en México y se encargan de obtener algún tipo de identificación el mismo día para poder continuar con otros tramites.

En el ámbito de salud, los inmigrantes indocumentados son elegibles para Medi-Cal de emergencia—un programa estatal y federal que brinda cobertura de salud a personas de bajos ingresos. Sin embargo solo cubre situaciones médicas graves como un parto, pero no un tratamiento a largo plazo para enfermedades crónicas, sin importar si es un caso de vida o muerte.

El gobierno federal provee alrededor de $2 mil millones de dólares por año para Medi-Cal de emergencia o menos del 1% del presupuesto general de Medicaid. Se cree que aproximadamente el 50% del total lo recibe California y la mayoría de este costo es para inmigrantes indocumentados.

Jornaleros inmigrantes interesados en conocer más acerca de sus opciones pueden visitar centros como IDEPSCA, el centro de recursos centroamericanos (CARECEN), la coalición para derechos pro inmigrantes de Los Ángeles (CHIRLA) o sus consulados de acuerdo a su nacionalidad.