Las nuevas generaciones de niñas y niños mexicanos son prioridad en cuanto su atención; proteger, garantizar y fomentar en ellos una infancia y adolescencia feliz es una responsabilidad de todos como sociedad, sólo así podremos tener ciudadanos más comprometidos. Su educación debe ser lo suficientemente fina, para impulsar en ellos su curiosidad por las artes, deporte, cultura y la ciencia; sus preguntas provocadoras y perspicaces deben de llevarnos a cuidar sus múltiples intereses.

México es un país que ha fomentado y cuidado en la arena internacional la protección de los derechos de la infancia y la adolescencia, quizás la primera vez que nuestro país levantó la mano en su defensa fue en 1937 cuando doña Amalia Solórzano Bravo promovió que niños españoles que vivían las consecuencias de la Guerra Civil Española vinieran a México para iniciar una nueva vida lejos de la violencia, hecho histórico conocido como Niños de Morelia. De manera interna, México abrazó este compromiso por garantizar los derechos de la infancia con la reforma al artículo 4 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, la Ley para la Protección de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes en 2000, la suscripción del principio del Interés Superior de la Niñez a la Carta Magna y finalmente creando un amplio marco legal jurídico para proteger los derechos de la infancia y la adolescencia a través de la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes.

Sin embargo, a pesar de una amplia colección de leyes que cuidan a nuestras niñas y niños, nuestro país continúa enfrentando una realidad distinta, la agenda pública en relación con el tema de la infancia y adolescencia es amplia y multidimensional, sin embargo, lo que más consterna es el incremento desmedido de casos de maltrato y lesiones contra menores de edad, este tipo de violencia preocupa porque es la forma más cobarde de actuar contra quien no puede defenderse.

La Secretaría de Salud reportó 12 mil 500 egresos hospitalarios de menores de edad por lesiones en 2013; en 2018 reportó 32 mil casos, es decir, existe una tendencia de 4 mil nuevos casos de lesiones a menores por cada año que transcurre, tendencia que seguirá si no logramos establecer sanciones al Código Penal Federal y las políticas públicas necesarias para su pronta erradicación.

¿Por qué es tan importante detener este drástico fenómeno de violencia contra las niñas, niños y adolescentes? Por dos grandes razones, la primera es porque es la forma más cobarde de violencia contra quien no cuenta con la madurez física ni psicológica para ejercer su legítima defensa; la segunda es porque el menor pronto manifestará consecuencias negativas para ella o él, y para la sociedad, pues crecer en un ambiente de violencia generalizada, tendrá una distorsión de la convivencia social sana, por lo que repetirá el mismo patrón en otros miembros de su círculo social. México no merece eternizar la violencia y la respuesta está en nuestras manos, en la responsabilidad con nuestros hijos.

CELENIA CONTRERAS
DIPUTADA FEDERAL DE MOVIMIENTO CIUDADANO