Inicio > Replica de medios > Abejas: Las centinelas de nuestras mesas (HUNGER4BEES)

Abejas: Las centinelas de nuestras mesas (HUNGER4BEES)

10 Julio 2016

Abejas: Las centinelas de nuestras mesas (HUNGER4BEES)

Autor: 
Monica Pelliccia, Daniela Frechero y Adelina Zarlenga

Las abejas llevan en las alas mucho más que miel. El trabajo de la polinización es la faceta menos conocida de su labor. De flor en flor vuelan transportando el polen que da vida al 75% de los cultivos mundiales. Los sabores de nuestras comidas y, sobretodo, los beneficios nutricionales de frutas y verduras, dependen en gran parte de sus zumbidos. Sin el trabajo de estas incansables obreras, nuestras neveras se vaciarían de calabacines, tomates, manzanas y zanahorias, entre otros.

Y también de algunos alimentos que a simple vista no parecen relacionarse con sus vuelos. Las mozzarellas, que dan sabor a las pizzas, también verían afectada su producción. Las abejas polinizan la alfalfa, base de la alimentación de las búfalas y vacas con cuya leche se produce este queso. ¿Podrá la producción agrícola responder a la demanda de comida de una población que alcanzará los 9.300 millones en 2050? ¿Seguiremos con la pérdida de biodiversidad, que estudios ya colocan por encima del nivel de alerta? Los zumbidos de las abejas parecen estar apagándose.

Desde 2006 en Europa y Estados Unidos desapareció más de un tercio de su población, mortalidad que se repite año tras año con consecuencias sobre nuestros bolsillos. Los polinizadores aportan 235.000 millones de dólares a la economía mundial, según la Plataforma Intergubernamental de Servicios de Biodiversidad y Ecosistemas (IPBES). Se trata de una cifra que solo puede ir en aumento, visto que el volumen de la producción agrícola dependiente de la polinización se ha triplicado durante los últimos 50 años. Son insectos pequeños, pero muy relevantes a la hora de servir nuestras mesas. 
El guardián de las abejas

 
Una exuberante vegetación típica del estado de Tamil Nadu, localizado en el sur de la India. Estos pequeños insectos que había visto en sus libros de biología y que tanto le gustaban, volaban por todas partes. Exploraba por debajo de las rocas y llevaba su mirada al cielo para encontrarlos entre las flores que colgaban de los árboles. Esto sucedía hace más de tres décadas.
Hoy, A. Parthiban tiene 43 años, es un conductor de autobús y padre de familia. Pero algo no ha cambiado: su interés por los pequeños polinizadores. Trabaja doce horas, tres días a la semana en la línea que va desde su pueblo, Gobychettipalayam hasta la ciudad de Madurai. Las restantes jornadas las dedica a la apicultura. Una pasión que ha alcanzado resultados inesperados. En sus campos de tamarindo ha llevado a cabo una investigación acerca de los beneficios concretos de la polinización sobre sus cultivos y el cuidado de la biodiversidad. ?¿Cómo afecta el trabajo de las abejas a la productividad de mis árboles??, se preguntaba. Mientras buscaba las respuestas, sus experimentos han recibido el apoyo del gobierno hindú y ahora colabora con el Consejo Indio de Investigación Agrícola (ICAR), como formador. Intenta así, devolver el verde y los zumbidos de su infancia al paisaje que le rodea. ?India está viviendo un proceso de pérdida de sus polinizadores? declara Parthib Basu, profesor de la Universidad de Kolkata. ?No tenemos una base de datos que pueda certificarlo pero desde el Centro de Estudios sobre los Polinizadores estamos llevando a cabo investigaciones en la zona de Tripura, al borde de Bangladesh? continúa Basu.

?Los dos principales factores que contribuyen a ello son la pérdida de hábitat natural y los pesticidas?. La India es el segundo productor mundial de frutas y hortalizas después de China y el 99% de su gran cosecha se destina para consumo interno. ?En nuestro país, de los 160 millones de hectáreas cultivadas, 55 millones dependen de las abejas para la polinización? explica el profesor Shashidhar Viraktamath, de la Universidad de Bangalore, ?esto quiere decir que más de un tercio de nuestra comida se debe a estos servicios?.
Aunque lejos de universidades, A. Parthiban está investigando en la misma línea. En sus días libres, coge su moto y conduce hasta llegar a sus campos de tamarindo. Donde ahora tiene cuatrocientas cincuenta colmenas, todas construidas por él. Después de varios años de pesquisas, pudo comprobar que las cosechas de sus doscientos cincuenta árboles pasaron de 1,000 kgs a 4,350 kgs, en este último año, gracias al aporte de las abejas. Por su infatigable dedicación se hizo famoso en todo el Estado y ahora brinda formación a sus vecinos sobre cómo aumentar la productividad y, consecuentemente, mejorar su alimentación. ?Quiero proteger a las abejas para la vida de las generaciones futuras?, dice Parthiban enseñando los premios que ha recibido por su labor.
Las consecuencias del declive de las abejas en la India podrían tener un peso relevante en los bolsillos de las personas. ?Hemos evaluado el efecto de la polinización sobre cinco diferentes cultivos vegetales y la pérdida anual se puede estimar alrededor de 726 millones de dólares? explica el profesor Basu. ?No solo se estaría perdiendo dinero. Esta reducción podría afectar la cesta alimentaria familiar. Se trata de pérdida de comida, hambre básicamente?.
Como Giorgio Baracani que ha conducido durante toda la noche, persiguiendo las luces del amanecer y el perfume de las flores. Una parada en el área de servicio, saluda a otras personas apicultoras y de nuevo en marcha hacia las colinas coloreadas por el amarillo de los girasoles y el azul del mar. Estos campos se encuentran aledaños al pueblo de Marzocca, a 300 km de Roma. Giorgio tiene 46 años, trescientas cincuenta colmenas y desde hace 24 que practica la apicultura nómade: durante la noche carga algunas en su furgoneta y las lleva hacia los campos cultivados. Los agricultores le llaman para polinizar sus frutas y verduras durante las floraciones, con el objetivo de mejorar la calidad y cantidad de sus cosechas. Una tendencia que responde al consumo de este país, donde la población adquirió un 5% más de fruta y un 3% más de verdura durante el año 2015, según la asociación que reúne a los productores del sector agrícola italiano, Coldiretti.
Con sus manos desnudas, Giorgio se acerca a las colmenas mientras que las abejas vuelan y se posan sobre los girasoles. La apicultura nómada nació para producir diferentes tipos de mieles; pero con el tiempo se ha trasformado en una necesidad para favorecer la producción de comida y proteger la salud de las abejas. Giorgio relata que en 2008 hubo una gran mortalidad de estos insectos en Italia. El tratamiento con pesticidas, especialmente neocotinoides, que se realizaba sobre las semillas de maíz, provocaba la muerte de abejas o su desorientación, sin poder volver a las colmenas. A partir de ese año, el gobierno emprendió una suspensión cautelar de estas sustancias y se comenzó con investigaciones sobre el tema. ?Según los resultados de los programas nacionales, Apenet y Beenet, con esta medida han disminuido los problemas?, explica Claudio Porrini, entomólogo de la Universidad de Boloña y uno de los responsables de estos proyectos ?hemos pasado de una media de muertes superior al 19% en 2010-2011 a un 10,85% en 2013?. Pero ello no ha sido suficiente. ?Estas muertes tienen múltiples causas y el peso de cada una de ellas varía según la zona y la época del año?, declara Agnes Rortais de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), ?Tratamientos químicos, nutricionales, cambio climático, enfermedades, prácticas inapropiadas de apicultura y falta de recursos medio ambientales? Armanda Manghi, apicultora de 60 años, protegida con su traje cuida de sus colmenas.
Giorgio conduce su furgoneta por la Llanura padana, en el centro de Italia, caracterizada por un paisaje monótono lleno de monocultivos, desde maíz, trigo, viña, árboles frutales hasta zanahorias, cebollas y alfalfa. ?Los monocultivos- dice Serena Milano, responsable de la Fundación Slow Food para la Biodiversidad ?no son aptos para la vida de estos insectos, que necesitan comer flores y pólenes diferentes, sino más bien perjudiciales para sus defensas inmunitarias?. Efectos que bien conoce la apicultora Armanda Manghi, que ajetreada como sus abejas recoge el polen de sus colmenas. Eligió alejarse de la Llanura Padana y mudarse al pueblo de Santa Lucia di Medesano, a pocos km de Boloña, en el centro norte del país. ?Este año ha sido difícil por el cambio climático. Las abejas continúan volando en estos inviernos calurosos?, explica Armanda,? en primavera hace frío y las flores no dan polen, por lo tanto no encuentran comida. En algunos casos mueren de hambre?. El Consorcio Nacional de Apicultores Italianos (Conapi) ha lanzado una alarma sobre la producción de miel en Italia: se redujo en casi un 70% respecto a 2011. Las causas son, sobre todo, por cambio climático y uso de pesticidas en la agricultura. Otra señal sobre el estado de salud de estos insectos que personas como Armanda, también pueden verificar. ?La producción de miel de acacia que en media era de 25kg por colmena ahora es de 2kg?, dice Armanda mientras camina por su huerta, entre alcachofas y hierbas que sembró para recuperar la biodiversidad local.
En los campos ahogados por la lluvia del monzón, los pies desnudos desaparecen en el barro para volver a aparecer enseguida y continuar el camino entre los verdes arrozales. Son dos kilómetros aquellos que, Neema Ramesh Bilkule, apicultora de 28 años, tiene que recorrer desde su casa hasta llegar a sus colmenas. Localizadas debajo de una cabaña de madera que se destiñe en el verde que la rodea, en el pequeño poblado de Kevdipada, ubicado a siete horas de coche de la megalópolis Mumbai. Con la mano saluda a las familias vecinas que están trabajando en los arrozales bajo la lluvia, protegidas por caparazones fabricados con madera y telas de plástico. Neema vive en una casa que construyó con su familia, hecha con barro y excrementos de vaca, técnica de construcción típica en esta zona.
Ha sido agricultora durante toda la vida y apicultora desde hace dos años. ?Se trata de un programa de formación que hemos llevado a cabo con más de quinientas campesinas de estas zonas marginales o tribales?, declara Rhea Cordeiro, de la ONG india Under The Mango Tree, entidad que promueve la apicultura como herramienta clave para garantizar la seguridad alimentaria de esta población rural. ?Gracias a la presencia de colmenas cerca de sus cultivos, en la comunidad de Neema vieron aumentar entre un 30-60% la última cosecha de aquellas frutas y verduras que se benefician de la polinización, cuales tomate, guayaba, mango y berenjenas entre otras?. Tema que se está investigando en la otra punta del país, aquella que se asoma al Océano Indico, Kolkata. ?Después de un año de estudios, en seis diferentes cultivos vegetales, hemos podido verificar un aumento en la productividad entre el 30-48%, gracias a la presencia de colmenas?, explica Ritam Bhattacharya, investigador de la Universidad de Kolkata, ?actualmente estamos investigando el efecto de los colmenares sobre la agricultura de las familias tribales?.
Estas comunidades de pequeños agricultores que viven en zonas marginales representan el 80% de los propietarios de tierras con fines agrícolas de la India. La mayoría de ellas, se sustenta con dos o tres hectáreas. Después de los monzones recogen las cosechas que consumirán durante todo el año y las almacenan en la entrada de sus casas. Cuando estas reservas se acaban antes de la siguiente cosecha, las familias deben tomar decisiones difíciles. Aquella más común es que los maridos tengan que migrar a la ciudad, en búsqueda de trabajos principalmente en el sector de la construcción. ?Gracias a las colmenas, con esta última cosecha logré producir comida para todo el año y de mejor calidad. Mis ganancias generadas por la venta de guayaba en el mercado pasaron de 20.000 a 60.000 rupias? declara Vimal Dileep Vadvi, apicultora y vecina de Neema. ?Al comienzo estaba muy asustada por las picaduras de estos insectos?, recuerda Neema sonriendo, ?pero me decidí cuando vi los beneficios sobre los cultivos y sobre la salud de mi familia.
Tuvimos menos resfriados y fiebre, tan comunes en la época de los monzones ?. Estos pequeños insectos no solo influyen sobre la productividad de los cultivos. Investigadores de la Universidad de Harvard, publicaron el año pasado un estudio en la revista médica The Lancet, sobre las posibles consecuencias nutricionales que podría conllevar la desaparición de los polinizadores. Entre ellas, 71 millones de personas podrían padecer malnutrición y carencias de vitamina A, mientras que otras 173 millones podrían sufrir escasez de ácido fólico. Ambos son micronutrientes claves para el bienestar de las personas. Mujeres embarazadas, niñas y niños, podrían ser las más perjudicadas, con probabilidad de aumento en la mortalidad por enfermedades infecciosas, cegueras y defectos en el tubo neural, entre otras consecuencias.
Las campanas de la iglesia repican fuerte mientras Johannes Fragner, comienza a relatar la historia de Malles. Bata blanca, acento alemán, gafas redondas y doradas, es el farmacéutico del primer municipio del mundo en elegir, a través de un referéndum, vetar el uso de los pesticidas. Su casa está ubicada en la segunda planta, encima de la farmacia, justo en el corazón de este pequeño pueblo alpino, a 10 km de Suiza y a 20 km de Austria. Su población no ha querido que los cultivos intensivos de manzanas conformen su paisaje, como lo hacen en gran parte de esta región, el Alto Adige. Se trata de una de las zonas más extensas en Europa dedicadas al cultivo de fruta.
En su casa, Johannes desayuna manzanas biológicas, zumo de saúco casero y un postre que ha cocinado él. Todo rigurosamente orgánico. Ha sido uno de los impulsores del referéndum convocado en 2014, donde han votado las ¾ partes de la ciudadanía de Malles. El 76% eligió vivir en un municipio libre de pesticidas. ?La idea nació en 2010. Las familias campesinas que producen de forma biológica estaban preocupadas de que sus vacas pudieran comer hierba contaminada con pesticidas. Sustancias arrojadas en campos aledaños, que llegaban transportadas por el viento? relata Ulrich Veith, alcalde de Malles.

Tras conocerse el resultado del referéndum, se modificó el estatuto comunal para que la decisión del pueblo se haga realidad. Aquellos que lo transgredan tendrán que pagar multas que van desde los 300 hasta los 3000 euros.
Mientras observa los picos nevados de las montañas, Johannes anhela que este paisaje se mantenga intacto. Por ello, está convencido de que el futuro pasa por una agricultura respetuosa de la biodiversidad, donde las abejas sean su indispensable termómetro. ?Sin el trabajo de los polinizadores se eliminarían elementos importantes de la cadena alimentaria y las consecuencias llegarían hasta nuestra nutrición? explica Francesco Panella, presidente de la Unión Nacional de Asociaciones de Apicultores Italianos (Unaapi), ?Las abejas nos garantizan que se pueda producir comida en el futuro. Pero tenemos que construir modelos agrícolas más sostenibles?. Como aquellos que sueña, y está a punto de cumplir, la población de Malles. Un camino que apoya parte de la comunidad científica. ?La comida tiene que darnos la vida, no sustancias peligrosas? sostiene Patrizia Gentilini, oncóloga y miembro de la Asociación de Médicos por el medio ambiente (ISDE Italia), mientras enseña estudios realizados sobre las repercusiones de los pesticidas en la salud. ?Por cada dólar empleado para comprar pesticidas, se necesitan dos para gastos externalizados: sanitarios y sociales?. No solo la pequeña comuna de Malles se está movilizando por una agricultura respetuosa del medio ambiente. Francia, este año aprobó una enmienda parte de la ley de biodiversidad, que pretende prohibir los neonicotinoides, y entrará en vigor en el 2018.

 
En la otra esquina del globo terráqueo, donde personas campesinas como Neema y Parthiban, ven los beneficios de la polinización sobre sus mesas, un Estado de la India ha sido pionero en declararse orgánico. Sikkim, una utopía verde ubicada entre Tíbet, Nepal y Bután, que alberga a la tercera cima más alta del mundo, el monte Kanchenjunga. En solo 7000 kms cuadrados reúne a poco más de medio millón de habitantes. Desde hace más de una década prohibieron el uso de pesticidas. Esta decisión no solo aumentó la productividad de sus cultivos; sino también hizo florecer la biodiversidad, que atrajo nuevamente a las abejas salvajes. Pequeños insectos que ahora pueden verse alzando la mirada al cielo o buscando bajo las rocas, como le pasaba a Parthiban cuando era pequeño.