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Salvar lenguas indígenas, lleno de obstáculos

27 Junio 2017

Salvar lenguas indígenas, lleno de obstáculos

Autor: 
Arturo Cano

Todo comenzó con un recuerdo de Francisco Toledo: a su padre le prohibían hablar zapoteco en la escuela. O tal vez cuando el doctor Santiago Ramírez hizo una visita a la Castañeda y le dijeron que ahí había un hombre tan loco que había inventado su propio idioma (después de unas palabras con él, informó a los siquiatras: Habla zapoteco de Juchitán, qué idioma inventado ni qué nada). O cuando, siendo niña, la poeta Natalia Toledo fue objeto de burlas en una escuela primaria del Distrito Federal por ser hablante de una lengua indígena. O tal vez cuando el maestro Toledo miró que los cuadernos que usaban en el jardín de niños vecino al Centro de las Artes de San Agustín Etla (CaSa) tenían imágenes de cómics japoneses o mujeres semidesnudas y decidió donar cuadernos confeccionados con papel reciclado, primero en blanco y luego con grabados en la portada y poemas en la contra.

–¿Qué libro le falta, maestro?

–Mis memorias –responde Francisco Toledo, con su risa tímida.

Más allá de su obra plástica, sobra decir que es un hombre de causas. Sin abandonar ninguna otra, en los últimos años ha empeñado muchos esfuerzos en la preservación y el enriquecimiento de las lenguas indígenas de Oaxaca. De ello dan testimonio un catálogo de publicaciones que van de sus Fábulas de Esopo –ilustradas por el artista– en variantes de zapoteco, mixteco y mixe; las ediciones de cuentos y leyendas regionales; la publicación de trabajos de talleres literarios en lenguas indígenas, y la producción de materiales didácticos para apoyar a los maestros bilingües.

El tiraje de las fábulas fue de 10 mil ejemplares, en partes iguales para las cuatro variantes de zapoteco elegidas: Istmo, Valles Centrales y sierras Norte y Sur.

“Si vamos a nuestra bodega no hay libros, tenemos que reditar. Tenemos que insistir. Y Esopo fue un paso, ahora hay que buscar otros libros, de historia o geografía regional, de literatura universal, cuentos. Tenemos ahorita el proyecto de Rulfo en zapoteco, Tolstoi en zapoteco. Pero claro, va lento, porque nuestros traductores se encuentran con muchas dificultades”.

Las dificultades mayores, sin embargo, no vienen del lado de los traductores, sino de la falta de apoyo institucional, de la terca realidad que contradice los discursos oficiales que celebran la diversidad lingüística.

Explica el maestro Toledo: “Este libro (Luvina, de Rulfo) es una lectura para las escuelas secundarias, pero ¿quién les va a leer a los jóvenes? No hay quien les lea, no hay quien les explique quién es Rulfo, por qué escribió, por qué la desolación. En cambio, si usted lee a Rulfo en secundaria y en español sí hay gente que le diga: ‘Mira, Rulfo es esto, aparece en tal época’, todo. Entonces, estamos haciendo un libro, pero no sabemos quién va a ayudar a leer ese libro”.

Y no es que Toledo haga una labor editorial como si fuese una isla en el desierto. No. Desde hace años beca a estudiantes de la Escuela Normal Bilingüe de Oaxaca (Enbio), que participan en talleres artísticos y de producción editorial, además de buscar alianzas con empresarios para sostener una red de talleres de lecto-escritura en lenguas originarias.

En San Agustín se producen lámparas, joyas y textiles que se comercializan para sostener la producción de materiales didácticos bilingües que se distribuyen gratuitamente: loterías, rompecabezas, ruedas de colores, unas 40 mil piezas en total, según explica Hazam Jara, director de producción artística del CaSa.

–¿Falta de interés o una intención deliberada de acabar con las lenguas indígenas? –se pregunta al maestro Toledo.

–Bueno, don Andrés (Henestrosa) era de la misma opinión… que esa preocupación de que se escribiera no tenía sentido. Pero no sé en qué cabeza cabe algo así.

Los esfuerzos de Toledo son acompañados por escritores, maestros, artistas, algunos empresarios y los estudiantes de la Enbio, que son a su vez becarios. Pero el juchiteco estima que se requiere mucho más:

“Estamos haciendo materiales didácticos, (pero) si no tenemos el respaldo de las instituciones, van a llegar a unos cuantos, pero no va a tener la misma fuerza que si se hacen para primer año de primaria, para segundo… y con ayuda de los maestros. Porque nosotros hacemos lo que se nos va ocurriendo, pero necesitamos ver los planes de estudio, para también saber cómo podemos apoyar”.

En ese afán, Toledo se reunió con Aurelio Nuño, secretario de Educación Pública. En resumen, el titular de la SEP le dijo que en Oaxaca no se podía avanzar más por culpa de la sección 22.

El maestro Toledo buscó entonces al líder de la 22, Eloy López, pero no logró más que rodeos, como dice le ha ocurrido con los últimos tres o cuatro secretarios generales del gremio.

Uno de los puntos que Toledo planteó tanto a la SEP como a la parte sindical fue el sinsentido de que se forme a maestros bilingües, con la inversión de recursos que ello implica, y los egresados sean enviados a lugares ajenos a su lengua de origen. La desubicación lingüística, como se llama a esa realidad, es un fenómeno que ocurre en todo el país, no sólo en Oaxaca (según un estudio del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación y la Unesco, sólo a manera de ejemplo, en prescolar indígena 29.6 por ciento de los docentes no habla la misma lengua que sus alumnos y en el nivel primaria lo mismo ocurre con 34 por ciento de los maestros).

Afirma Toledo: “Las autoridades con las que hemos hablado, y los líderes de la 22, algunos istmeños, pues no le dan importancia. El IEEPO (Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca) y el secretario de Educación dicen que todo está en manos de los maestros, que esas decisiones las toma el sindicato, según dijeron. Dicen que este sindicato es corrupto, no puedo asegurar nada, es lo que dicen…”

–Y además enfrentan a las comunidades, a los padres que no quieren que se enseñe la lengua.

–Eso es cierto también, pero eso la comunidad lo ha aprendido, lo ha oído, no nace de ellos. No creo que la gente niegue su propia lengua, su propia raíz, es una cosa que ha estado en boca de los maestros desde siempre.

“Empezamos con un kínder, y en el kínder el maestro iba a enseñarles cómo escribir, jugando, haciéndoles ver la importancia de su lengua. Los padres dijeron ‘sí, sí’, pero nunca nos volvieron a llamar. El maestro me dijo: ‘No quieren’. Eso es cierto.”

El rechazo viene, en parte, dice el artista juchiteco, de los estereotipos que han golpeado durante largo tiempo a los pueblos indios.

Los Xochimilcas, Chano y Chon, no sé qué otros personajes que han ido degradando la imagen del indio. El indio se ríe de sí mismo viendo a esos personajes. A mí me parece tan, tan triste. No sé cómo a nadie se le ha ocurrido que quiten eso. Estoy seguro de que si usted ridiculiza la imagen de un español, de un judío, de un árabe, las comunidades protestan, no quieren que se les ridiculice.

–¿Qué se puede hacer sin los maestros?

–Pues yo creo que había que preparar maestros para las lenguas. Hay otros maestros, que tienen tantos años ya con libros de texto gratuito en español, libros de geografía, gramática, matemáticas, todo eso no existe en ninguna lengua indígena. Entonces, bueno, armar equipos para hacer de matemáticas, gramática, de geografía, todo, una geografía regional… Porque todos los nombres de los pueblos, de los ríos y lagunas tienen nombres en zapoteco, y a su vez tienen nombres en huave, en mixe, en chontal, nombres para cada cerro, las montañas, los parajes, todo eso hay que hacerlo. Nosotros hemos estado trabajando en eso, pero vamos lento, porque, bueno, nuestro equipo es muy pequeño, no tenemos suficiente gente para trabajar en eso, pero poco a poco.

–En el aniversario de Nochixtlán, el secretario general de la 22, Eloy López, ofreció la primera parte de su mensaje en mixteco.

–Es su adorno, y ya.

Resistencias y esfuerzos

Oaxaca tiene alrededor de 10 mil maestros en el subsistema de educación indígena (de un total de 50 mil), pero alrededor de la mitad no hablan su lengua materna y muchos inician su vida laboral fuera de su área lingüística. Las autoridades educativas y la sección 22 se echan la pelota sobre este asunto.

El maestro Toledo dice que hay profesores que aceptan que en sus escuelas se llevan a cabo los talleres donde niños y adolescentes aprenden a leer y escribir en sus lenguas. Pero siempre como un favor. Aquí les doy un rincón. En ese rincón puedes dar tu clase cómo tú quieras, nomás no molestes.

En esos rincones, en la región de los Loxicha, trabaja el maestro Pergentino José Ruiz, quien ha participado en la elaboración de materiales didácticos, como la lotería en zapoteco de su región, que sus alumnos dibujaron en el taller denominado El camino del tejón y se editó con textos suyos.

Pergentino pidió licencia en su plaza docente para dedicarse a los talleres y cuenta con el apoyo de profesores que, más allá de su militancia sindical, le facilitan espacios para trabajar con niños y adolescentes.

La sección 22 maneja que quien inició trabajando hace 20 años tiene preferencia, derechos sindicales, y no se le puede desplazar a otra comunidad. Por lo tanto, al nuevo se le manda donde haya necesidad, sin ponerse a pensar de que a un muchacho que habla mixteco va a una zona zapoteca, dice Pergentino.

–¿Con el nuevo IEEPO esto no ha cambiado?

–¿Pues quién es el nuevo IEEPO? Es como una falacia, es como una forma en que el Estado pueda tener las atribuciones requeridas. La verdad es que ni el nuevo IEEPO ni la sección se han preocupado por la situación real de la población indígena, por los niños…

En el horizonte no se ven cambios posibles. El largo conflicto que ha acompañado a la reforma educativa se ha reducido, en Oaxaca y acaso en todo el país, a las cuentas de los docentes que aceptan participar en las evaluaciones.

Aristarco Aquino, ex secretario general de la sección 22, crítico lo mismo de la reforma educativa y del patético secretario de Educación, que de las prácticas actuales del gremio que encabezó, es zapoteco de Yalalag. Recuerda que cuando estudió la primaria le imponían una multa de 25 centavos por cada palabra que pronunciara en su lengua materna. Es una práctica que no ha quedado en el pasado. Todavía hay lugares donde se impone esa multa y a él mismo le tocó viajar de su pueblo a la capital del estado con una maestra joven que le dijo: Aquí ya estamos al otro lado porque los niños ya llegan sin hablar el zapoteco.

Conocedor de la realidad educativa de su estado como pocos, asegura: El IEEPO sigue trabajando por su lado. Dizque haciendo movimientos. Extiende nombramientos para que los maestros terminen sentados, cobrando sin trabajar, porque no son aceptados en las zonas escolares. Hacen la finta de que están imponiendo la reforma educativa. Y los funcionarios, aunque han ido estabilizando la situación, siguen a salto de mata, dispersos en casas y edificios, sin lugares para atender el servicio educativo.

El cambio en el gobierno estatal tampoco ha traído muchas luces. A la cabeza del IEEPO sigue un enviado de Aurelio Nuño, aunque sin mucho margen de acción, pues el resto de los funcionarios, con excepción de algunas áreas técnicas, han sido nombrados por el nuevo gobernador, Alejandro Murat.

Un funcionario del IEEPO pinta así el panorama: “El actual gobierno ha colocado la ‘gobernabilidad’ por encima de todo. De un IEEPO amafiado (con la sección 22) se pasó a otro incompetente, porque los nuevos funcionarios desconocen totalmente qué es el servicio educativo”.

Ante ese panorama, cobra vigencia lo que algún día dijo Carlos Monsiváis:

Lo relevante en el caso de Oaxaca es la presencia de Toledo, no el comportamiento de la burocracia.

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