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Por qué deben ser delito las peleas de perros

24 Noviembre 2016

Por qué deben ser delito las peleas de perros

Autor: 
Antón Aguilar y Beatriz Vanda

Entre los muchos espectáculos cruentos con animales están las peleas de perros, en donde éstos son azuzados para atacarse hasta quedar gravemente heridos o perder la vida. Los organizadores suelen matar brutalmente a los perros que pierden, y los animales que resultan "ganadores" muchas veces mueren debido a las hemorragias, heridas o infecciones derivadas de la pelea.

Estos eventos también les provocan daño emocional y afección de sus estados mentales, ya que ningún animal es agresivo por naturaleza. La agresividad en todas las especies, cuando no es primaria debida a una neuropatología, ocurre como respuesta ante el miedo, para tratar de intimidar a un predador o a un individuo que represente un peligro potencial o una amenaza para lo que el animal considera su propiedad, su territorio u otro recurso importante (alimento, crías, acceso a una hembra o a su figura de apego).

Cuando después de tratar de intimidar al sujeto amenazante éste no se aleja ni desiste en el desafío, el otro no tiene más recurso que huir o atacarlo, dependiendo de las circunstancias y sus posibilidades. Pero cuando los animales están sanos mentalmente y equilibrados desde el punto de vista emocional, no se abalanzan a pelear o atacar a otro sin un motivo de peso.

Por ello, todas las peleas entre animales que se anuncian como "espectáculo" (gallos, perros, toros) implican una manipulación negativa de las emociones de dichos animales para que actúen como los humanos lo quieren y no como ellos lo harían en vida libre o en situaciones en donde se les permitiera decidir si combaten o no.

Esto resulta éticamente reprobable además de que exacerba la violencia y promueve la desensibilización por el dolor y la muerte. Los entrenamientos de los perros que se usan en esta actividad requieren de aislamiento y poca o nula sociabilidad, lo que les provoca ansiedad y frustración ya que naturalmente son gregarios y sociables.

Pero no se les permite llevar la vida de cualquier otro perro normal, porque entonces no podrían pelear hasta matar al otro. Las razas de perros más usadas en las peleas, aunque bien se trata de sujetos con temperamento reactivo y dominante, su "peligrosidad" radica no en su bravura, sino en su conformación anatómica, ya que fueron seleccionados por el desarrollo de su masa muscular y la potencia de sus mandíbulas, que cuando muerden, pueden permanecer cerradas o "trabadas" sin soltar su presa.

Las peleas de perros suelen estar estrechamente vinculadas con el crimen organizado. En la mayoría de las redadas contra peleadores de perros, la policía ha encontrado drogas y armas ilegales. También se han encontrado vínculos con redes de pornografía infantil y trata de personas. En nuestro país, diversas investigaciones periodísticas muestran que los cárteles de la droga comienzan a promover las peleas de perros.

También se reportan asesinatos relacionados con deudas contraídas por las apuestas en estos espectáculos. El fenómeno se ha agudizado en México en virtud de que las agencias de inteligencia estadounidenses han enfrentado a estos criminales en su país con mayor determinación en los últimos años, lo que ha tenido como consecuencia que trasladen sus actividades criminales a México y Centroamérica. Sin duda, estas peleas dañan a quienes las presencian, a los perros que son obligados a participar en ellas, y a la sociedad en su conjunto.

El pasado mes de julio, legisladores federales de Movimiento Ciudadano, el Partido Acción Nacional y el Partido Verde Ecologista de México presentaron iniciativas para reformar el Código Penal Federal y tipificar como delito la organización y participación en peleas de perros. Estas propuestas buscan establecer sanciones para toda la cadena de negocio de los peleadores, desde quienes crían y entrenan perros para pelear, hasta quienes comercian con equipo de entrenamiento para ese fin, venden entradas, acuden como espectadores, apostadores, o promueven que participen menores de edad.

En nuestro país hay un vacío legal para combatir estos espectáculos, así como muchos otros que se realizan en contra del bienestar y la vida de los animales. Si bien las peleas de perros se prohíben en la mayoría de las leyes estatales de protección animal, el lenguaje suele ser deficiente y las penas son de carácter administrativo, no penal. Oaxaca, por ejemplo, no tiene una ley de protección animal.

Por ello, es necesario reformar el código penal y establecer de facto una prohibición federal de las peleas de perros con sanciones penales. Además, se dará un mandato claro a agencias como la Policía Federal para combatir a estos criminales. Las redes trasnacionales de crimen organizado no pueden combatirse exitosamente si se les enfrenta exclusivamente a nivel local. Es muy difícil atrapar a los peleadores de perros in fraganti, lo que conduce a la impunidad.

Además, las penas a nivel local son muy bajas, lo que desalienta la denuncia, pues los involucrados pueden quedar libres si pagan una modesta multa. Los peleadores venden y transportan a sus perros en varios estados a donde viajan para participar en estos espectáculos clandestinos, y una legislación a nivel federal garantizaría que los peleadores de perros enfrenten penas que se correspondan con la gravedad de este delito. Cabe destacar que hay un amplio respaldo político y social para la criminalización de esta actividad. De acuerdo con Parametría, el 99 % de los mexicanos repudia las peleas de perros y el 85 % considera que quienes las promueven y organizan deben ser sancionados.

Hasta ahora, más de 200,000 personas han firmado una petición en línea que habilitó Humane Society International México para apoyar la reforma del código penal federal a fin de sancionar a los peleadores de perros, disponible aquí. Nuestros representantes populares tienen en sus manos la posibilidad de aprobar legislación para prohibir las peleas de perros en nuestro país y sancionar a los responsables de esta cruel actividad altamente impopular, que además fomenta la violencia y daña profundamente al tejido social.