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LA PANDEMIA EN MÉXICO: NECESITAMOS LA VERDAD

26 Octubre 2021

LA PANDEMIA EN MÉXICO: NECESITAMOS LA VERDAD

Salomón Chertorivski.

No hay un problema mayor en la república. No hay nada más grave, más ominoso, nada que cause más dolor.

595 mil 263: ése es el número de mexicanas y mexicanos que perdieron la vida en el último año y medio, por encima de lo esperado, muchas de esas muertes, evitables.

Yo no tengo otros datos. Son los publicados el 4 de octubre por la Secretaría de Salud –ésa que, se supone- está a su cargo. Cito mi fuente: portal de la Secretaría de Salud del gobierno de México, (https://coronavirus.gob.mx/exceso-de-mortalidad-en-mexico/). 

Esas muertes sucedieron durante su función, en su encargo, bajo su responsabilidad.

Las instituciones que usted debería dirigir, señor Secretario, nos informa de una hecatombe: de una de las peores gestiones del mundo, comparable a las Trump y Bolsonaro. A estas alturas más de 600 mil mexicanos han muerto. Esto representa diez veces más el “escenario catastrófico”, que vaticinaba, en una mezcla de candidez e incompetencia, el señor Hugo López.

¿Cómo es posible que hayamos enfrentado la pandemia con cálculos tan equivocados, con márgenes de error que se multiplican por diez? ¿Por qué, hoy mismo, México presenta la cuarta mayor mortalidad en exceso, solo por detrás de Perú, Bulgaria y Macedonia del Norte?   

Realizar el balance de la gestión de la pandemia es uno de los ejercicios de clarificación pública más importantes que necesita la nación: porque el sistema de salud ha quedado trastocado, porque la pandemia continúa, porque la cuarta ola nos acecha. En el nombre de esos 600 mil fallecidos, y de la democracia misma, necesitamos la verdad.

Entre usted y yo, señor Secretario, no caben evasivas ni medias tintas: usted abdicó de su responsabilidad, permitió que lo desplazara un subordinado lenguaraz, que dictase su voluntad un hombre que desprecia la ciencia y usted ignoró los mecanismos que la Constitución prevé en caso de emergencia sanitaria.

La catarata de errores imperdonables es demasiado grande y demasiado grave: no hay –no hemos encontrado– ningún otro ejemplo de gobierno en el mundo que haya adoptado el no hacer pruebas como política sanitaria. 

El personal médico y de enfermería no recibió los insumos, la indumentaria, la infraestructura y la vacunación que necesitaba en el momento que arriesgaba su vida por la nuestra. Estamos ante 4 mil 484 trabajadores de la salud fallecidos: el número más alto del mundo.

La política económica fue por un lado, la política sanitaria por otro: los confinamientos no rindieron sus frutos porque los apoyos no llegaron a las personas que dependen del trabajo diario para su sustento.

Y la crueldad extrema: 6 de cada 10 fallecidos no llegaron a los cuidados intensivos, para fungir camas vacías, para dismular un sistema “no saturado”. 

La vacunación fue un instrumento de propaganda, de anuncios prelectorales, con todas –absolutamente todas– las metas fallidas. La realidad es ésta: solo el 41 por ciento de la población tiene el esquema completo. La mitad de los mexicanos está en indefensión. Se desplazó el sistema nacional de vacunación mexicano, mundialmente reconocido, para entregar a otras dependencias esa delicada función.   

Y las frecuentes contradicciones y ambigüedades en torno al uso universal y obligatorio del cubrebocas. Aún hoy las recomendaciones oficiales siguen sin ser categóricas, a pesar de la evidencia mundial acumulada.

Usted promovió un cambio estructural en la Secretaría de Salud sin orden ni concierto, arropado en voluntarismo irresponsable que desmanteló los instrumentos de nuestro sistema que, que a pesar de todo, existían y funcionaban.

Sin profesionalismo, sin rigor científico, sin seriedad política, con manifiesta ineptitud, es como hemos enfrentado el más grave problema de salud pública que haya sufrido nuestro país. Necesitamos la verdad.

Hay un enunciado en el Talmud judío que dice “Quien salva una vida salva al mundo”. Los equipos encabezados por el maestro Soberón, por el maestro Kumate, por Juan Ramón de la Fuente, por José Antonio González Fernández, por Julio Frenk, por José Ángel Córdova, por Mercedes Juan, por José Narro, salvaron vidas... muchas vidas. Usted y su equipo no podrán decir los mismo. Cientos de miles de muertes, incluidas las de sus colegas, incluido al personal médico y de enfermería, y que ustedes no quisieron ni supieron proteger.

En nombre de esos muertos y sus deudos: necesitamos la verdad.

https://youtu.be/-JkwQAdQcfs