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Proteger a quienes nos protegen

7 Julio 2020

Proteger a quienes nos protegen

Autor: 
Carmen Julia Prudencio

Es momento de que destrabemos los obstáculos políticos e institucionales y pongamos en marcha la ineludible reforma policial.

 
Dejando en claro que todo abuso de autoridad y cualquier tipo de exceso por parte de algún o alguna policía, que vaya en contra de los derechos fundamentales de los ciudadanos, deberá ser perseguido y sancionado, me permito abordar las siguientes líneas en respaldo de las y los miles de policías mexicanos que día con día trabajan por el bien y el orden, que también son pueblo, que tienen familias y que siempre salen de sus casas sin saber si volverán a verlos por el simple hecho de hacer su trabajo.

En un momento tan crispado por la polarización social, por los problemas estructurales de pobreza y desigualdad, por la imparable violencia en sus diversas manifestaciones, es imposible imaginar una sociedad sin policías. Son los agentes, quienes enfrentan a la delincuencia para que podamos preservar nuestras libertades.

Imaginemos por un momento un día sin policías en las calles, ¿saldríamos con la seguridad de que somos una sociedad completamente pacífica y amorosa?, ¿el crimen desaparecería en automático y quienes lo perpetran respetarían nuestros derechos fundamentales?

Bajo esta reflexión, demos cuenta del valor social que tienen las y los policías para proteger a la ciudadanía, sirviendo de escudo ante la delincuencia y garantizar el orden y la paz pública y protegiendo la integridad física, los bienes, los derechos y libertades de las personas. Recordemos que los policías representan el primer contacto entre autoridad y ciudadanía.

La tarea que realizan los miembros de las instituciones de seguridad pública no es menor, ya que el Estado les confiere la tarea de garantizar la seguridad de los ciudadanos, prevenir los delitos y procurar la justicia, como lo establece el artículo 21 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

Hoy en día, ser policía en México es sinónimo de riesgo, la asociación civil Causa en Común nos ha dicho que los policías tienen una probabilidad de morir asesinados casi cuatro veces mayor que la de cualquier otro ciudadano. Tan solo en lo que va del año han asesinado a por lo menos 290 policías, lo que tendría que alertarnos sobre el peligro que enfrentan. El embate del crimen hacia las instituciones policiales es agresivo y constante, a esto hay que sumarle las precarias condiciones de trabajo, sueldos bajos, ausencia de capacitación, horarios de trabajo extenuantes, la atención médica deficiente o simplemente no tener derecho a ella. Todo esto da como resultado una mayor vulnerabilidad.

A lo anterior, habría que sumarle el descrédito y la deshumanización que viven por parte de algunos sectores de la sociedad. Generalizar que "las y los policías" son represores o corruptos es una acepción simplista, cuando es evidente que son casos particulares en contextos determinados, es claro que los policías que actúan fuera de la ley no representan a las instituciones de seguridad y traicionan la confianza de los ciudadanos. Son miles de policías los que sacrifican su propia vida por proteger y defender a la ciudadanía. Son miles de policías los que enfrentan con agalla al crimen.

Hay una crisis institucional en las corporaciones de seguridad pública que si bien no es reciente, se ha venido arrastrando y aplazando sexenio tras sexenio, detrás de esta crisis que impacta a los policías, hay una negación de sus derechos laborales, de su sistema de salud, de sus liquidaciones y pensiones.

Es momento de que destrabemos los obstáculos políticos e institucionales y pongamos en marcha la ineludible reforma policial.

Si queremos mejores policías, empecemos por reconocer sus necesidades, hablemos de formación inicial, de capacitación continua, de salarios justos, de procesos de selección adecuados, de contención y apoyo psicológico, de infraestructura adecuada.

Desde el ámbito legislativo y con el firme propósito de contribuir a dignificar a las corporaciones policiales, he propuesto una serie de iniciativas, desde endurecer penas a quienes atenten en contra de su vida y su integridad, hasta modificaciones de ley para reconocer la labor y el riesgo de su actividad, a través de una pensión a los 25 años de servicio y la mejora sus condiciones laborales.

Llevemos el clamor de la protesta social para exigir como sociedad la policía que necesitamos y queremos, dejemos de ver el problema de la inseguridad como algo meramente gubernamental y abramos la discusión, utilicemos la evidencia y trabajemos junto a las instituciones de seguridad, todos queremos entornos libres de violencia, hagámoslo realidad.